Salud
22 de abril de 2025 | 17:25Cinco años después: secuelas alimentarias que dejó la pandemia en Chile

El encierro, el estrés y la incertidumbre modificaron los hábitos de consumo. Hoy, los desafíos van desde revertir el aumento en el sobrepeso hasta recuperar una relación más saludable con la comida.
Cinco años después del inicio de la pandemia de COVID-19, los cambios en los hábitos alimentarios de los chilenos siguen siendo evidentes. El confinamiento, las restricciones de movilidad y el impacto emocional de la crisis sanitaria provocaron una transformación profunda en la forma de alimentarse, con consecuencias que todavía persisten.
Natalia Contreras, académica de la Escuela de Nutrición y Dietética de la Universidad Andrés Bello, explicó que “la pandemia provocó modificaciones significativas en la dieta de los chilenos. Las restricciones de movilidad, junto al estrés y la disminución del poder adquisitivo, llevaron a muchas personas a cambiar lo que comían, cuánto comían y cómo se relacionaban con los alimentos”.
Uno de los cambios más notorios fue el aumento en el consumo de productos ultraprocesados. Durante los periodos más estrictos de confinamiento, estos alimentos —de fácil preparación y larga duración— se volvieron una opción común en muchos hogares. Su presencia constante, sin embargo, deterioró la calidad nutricional de la dieta.
“Muchos de estos alimentos ofrecen una solución rápida y económica en momentos de crisis, pero su valor nutricional es muy bajo. Su consumo excesivo puede generar consecuencias como sobrepeso, obesidad e incluso enfermedades metabólicas a largo plazo”, advirtió Contreras.
El aumento de porciones y la frecuencia de las comidas también fueron cambios habituales, especialmente al pasar más tiempo en casa. Un estudio de Ipsos reveló que el 51% de los chilenos aumentó de peso durante la pandemia, ubicando al país como el segundo con mayor alza de peso en Sudamérica. Además, un 33% de los encuestados indicó que dejó de practicar actividad física en ese mismo período.
Más allá de lo físico, la pandemia también impactó emocionalmente la forma en que las personas se relacionan con la comida. La ansiedad, la tristeza y la incertidumbre influyeron directamente en los patrones alimentarios, dando paso a lo que se conoce como alimentación emocional.
“La pandemia afectó la salud mental de la población y eso tuvo un impacto directo en la forma de alimentarse. Se observó un aumento en el consumo de alimentos menos saludables como forma de regular las emociones, algo que puede derivar en un círculo vicioso difícil de romper”, señaló la experta.
A pesar de que las medidas sanitarias más estrictas ya han quedado atrás, algunos de los hábitos desarrollados durante la crisis han permanecido. Para Contreras, el escenario actual impone un doble desafío: “revertir los cambios negativos que dejó la crisis sanitaria y enfrentar las consecuencias que ya se han manifestado, como el alza en los índices de sobrepeso, obesidad, diabetes tipo 2 e hipertensión arterial”.
En ese contexto, insistió en la necesidad de implementar políticas públicas efectivas y fortalecer la educación en alimentación saludable. “Es fundamental reforzar la educación nutricional y las políticas públicas que permitan acceder a una alimentación saludable”, enfatizó.
Recomendaciones para mejorar los hábitos alimentarios postpandemia:
- Fomentar una dieta equilibrada basada en las guías alimentarias chilenas, con énfasis en frutas, verduras, legumbres y cereales integrales.
- Reducir el consumo de productos ultraprocesados, especialmente los altos en grasas, azúcares y sodio.
- Promover la actividad física de forma regular, adaptada a las posibilidades de cada persona.
- Brindar apoyo psicológico para abordar la alimentación desde el bienestar emocional.
- Impulsar campañas educativas y políticas que aseguren el acceso económico y físico a alimentos saludables, sobre todo en sectores vulnerables.